En un campamento cristiano infantil de verano en Asia Central, justo cuando estaba llegando a su conclusión, se produjo un incidente inesperado. Las autoridades de seguridad locales llevaron a cabo una inspección sorpresa en respuesta a una denuncia que acusaba al campamento de compartir el Evangelio con niños y adolescentes.
Durante la inspección, varios jóvenes creyentes fueron interrogados y retenidos en una comisaría durante varias horas. Sus maestros no pudieron estar presentes durante el interrogatorio, lo que plantea preocupaciones, ya que interrogar a niños sin la presencia de adultos responsables es una violación grave de las leyes estatales de este país, cuyo nombre no podemos revelar por razones de seguridad.
El director del campamento, Hakim*, también fue detenido y sometido a un interrogatorio intensivo. Las autoridades confiscaron su teléfono y le amenazaron con graves consecuencias legales por “evangelizar” a los niños. Durante más de 10 días, fue interrogado duramente en la comisaría local, donde los agentes intentaron quebrantar su fe y obtener información.
Los guardias de seguridad locales llegaron incluso a amenazar a Hakim, diciéndole: “Si incluso encarcelamos a algunos sacerdotes musulmanes durante muchos años, ¿crees que no haremos lo mismo contigo?”.
A pesar de esta experiencia traumática, Hakim no perdió la fe y confió en el Señor para sobrevivir. Logró evitar el castigo penal, pero tuvo que pagar una multa significativa y el campamento fue cerrado.
Después de su liberación, Hakim sufrió problemas físicos y emocionales, y estaba preocupado por su familia, que experimentó un gran estrés durante esta situación. La salud de su esposa, Amina*, se vio afectada negativamente por la tensión y el estrés, y tuvo que ser hospitalizada debido a dolores agudos en la zona del corazón. Aunque su estado ya no es crítico, requiere tratamiento médico continuo. Además, su hijo mayor estaba planeando su boda en los próximos meses, lo que añadía más preocupaciones a la familia.
