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El cristianismo experimenta un crecimiento en Japón, sin embargo, se necesitan más misioneros para predicar el mensaje de Jesús.

El cristianismo está experimentando un crecimiento en Japón, a pesar de ser uno de los países más resistentes a la fe cristiana. Sin embargo, la falta de misioneros es un desafío.

En los últimos años, Japón ha visto un aumento del cristianismo, en gran parte gracias a los misioneros dekasseguis, que son descendientes de japoneses que emigran temporalmente al país, incluyendo brasileños.

Aunque las estadísticas oficiales no muestran un aumento significativo en el número de iglesias, con 4,300 organizaciones activas en 2009 y solo 400 menos en 2019, los inmigrantes han impulsado la creación de nuevas iglesias evangélicas brasileñas.

El pastor Adriano Aoki, un brasileño de tercera generación de ascendencia japonesa, es uno de esos misioneros que predican el Evangelio en Japón. Junto con su esposa Talita, llegaron a Japón como misioneros en 2012, respondiendo a un llamado que recibieron desde niños.

A pesar de dejar atrás una vida estable y exitosa en Brasil, el pastor Adriano se mudó con su esposa a Japón, donde ya había vivido como dekassegui en el pasado. Ahora considera Japón su hogar y misión definitiva, y en 2019, nació su hija Arisa en el país.

Adriano lidera la Asambleas de Dios Japón en la ciudad de Tsurugashima, en la región metropolitana de Tokio. Aunque los dekasseguis han contribuido al crecimiento del Evangelio, el número de evangélicos en Japón sigue siendo bajo, con solo el 1% de la población siendo cristiana, incluyendo católicos.

El pastor señala que el mayor desafío es llevar el Evangelio a los japoneses nativos debido a las barreras históricas y culturales. El cristianismo fue prohibido en Japón en siglos pasados, lo que llevó a muchos a practicar su fe en secreto y adoptar religiones como el budismo y el sintoísmo.

A pesar de la libertad religiosa actual en Japón, la cultura religiosa predominante sigue siendo el budismo y el sintoísmo. Los japoneses visitan templos sintoístas y budistas al menos una vez al año y mantienen tradiciones como el culto a los muertos en altares familiares en sus hogares.

La evangelización personal es un desafío adicional debido a la cultura reservada de los japoneses. Construir confianza y amistad es esencial antes de presentar el Evangelio, y la conversión a Cristo puede llevar tiempo.

La falta de misioneros en Japón se debe en parte al alto costo de vida en el país, lo que dificulta que muchas iglesias mantengan a un misionero a tiempo completo. Muchos misioneros deben trabajar largas horas para sustentarse.

A pesar de los desafíos culturales y financieros, los misioneros en Japón perseveran y continúan compartiendo la Palabra de Dios. Trabajan juntos para llevar el mensaje de Jesucristo a Japón y creen que eso es lo que la nación necesita.

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